Certamen de microrrelatos

GANADORES DEL CERTAMEN DE MICRORRELATOS AF-2023

Estos son los 10 microrrelatos seleccionados del certamen (por orden alfabético en cuanto al título del relato):

1. EL COMEPECADOS (Juan García Barrenechea) (España)

2. EL COMPENDIO DE CIEN HISTORIAS SOBRENATURALES (Juan García Barrenechea) (España)

3. EL INVISIBLE (Rafael Arroyo Sánchez) (España)

4. JARA (Santiago Eximeno Hernampérez) (España)

5. LA ESTACIÓN (María Luz Reyes Muñiz) (España)

6. LA JAURÍA (David Periñán Yuste) (España)

7. LA MADRASTRA (Gustavo M. Magallanes Pacheco) (Venezuela)

8. LAS TIEMPATERAS (Emilio Vilaró) (España)

9. LOS CHICOS DEL BARRIO (Rubén Cerdá Berenguer) (España)

10. MI MÁS PRECIADO TESORO (Marcelo Medone) (Uruguay)

A continuación publicamos las obras y autores ganadores del certamen. Los tres microrrelatos se publicarán en el libro memoria del festival:

MÍSTICO LITERARIO (1º Clasificado).

LA MADRASTRA (Gustavo M. Magallanes Pacheco) (Venezuela):

El niño dibuja, ella lo observa desde el sofá. Ve la serenidad en su rostro, desea que el pequeño esté siempre así, lejos de los recuerdos que lo lastiman a diario.

Clara se levanta de su asiento y se acerca a él, acaricia su cabello. Al tocarlo, una porción de su sufrimiento se desprende y ella lo absorbe. ¡Quiere agacharse y abrazarlo, quiere prometerle que estará a salvo! Pero no está dispuesta a arriesgar la confianza que han construido durante varios meses. Se conforma con hacerle saber que está presente.

El niño continúa coloreando. Nada en la oscuridad de sus memorias y da vida al escenario que lo atormenta durante sus sueños. Su calma se transforma en inquietud.

Al finalizar, suelta el color rojo y se voltea para mirar a Clara a los ojos. Ella nota que está alterado, supone que su último dibujo es el culpable, sin embargo, una voz proveniente de la cocina le impide hablar con él.

—¡Samuel, ven a ayudarme a elegir los ingredientes para la pizza!

Cabizbajo, Samuel cierra su cuaderno de dibujos, pone el estuche con los colores encima, y va hacia donde está su padre.

Extrañada, Clara espera hasta que escucha la voz de su novio hablar con su hijo, después decide ver de cerca lo que Samuel hizo.

Sus manos apartan el estuche, empieza a ver los dibujos desde la primera página. Son cientos, pero se percata de que todos son muy similares: hay una mujer en una cama con los ojos cerrados, al costado están un niño y su padre. Ambos lucen tristes.

Abatida, decide saltar a la última página. Al ver el contenido, su corazón se detiene. Es la misma escena con elementos distintos: la madre tiene los ojos abiertos, las sábanas están manchadas de sangre, el padre sostiene un cuchillo y el niño ve lo que sucede.

—Oh, cariño, ahí estás. —La voz hace que Clara grite del susto, su novio ha regresado, la mira con alegría. Samuel la mira aterrorizado—. Estamos muy felices de que hayas aparecido en nuestras vidas… ¿Serás una buena madre, verdad?


2º Clasificado.

EL COMPENDIO DE CIEN HISTORIAS SOBRENATURALES (Juan García Barrenechea) (España):

Alfonso concluyó su historia y sopló breve y firmemente y apagó una vela. Sólo quedaban dieciséis más. La penumbra desdibujaba a los catorce congregados pero David sobre todo se fijaba en Elena, quien relevó a su hermano Alfonso y acercó su rostro al pálido fulgor de una candela de parafina, reverberando sus grandes ojos como los de una lechuza vigilante en mitad de la noche,.

Aquel juego había sido una ocurrencia más de Elena, quien descubrió un ritual samurái conocido  como “el compendio de cien historias sobrenaturales” el cual  formaba parte de una prueba de valor. A medianoche encendían cien velas, las cuales se apagaban con cada historia contada, y al extinguirse la última, los monstruos aparecían. Aquel rito era demasiado bueno como para no aprovecharlo en la noche de difuntos.

Antes de medianoche, cien dedos largos y coloridos de cera y parafina sostenían cien pequeñas llamas frente a la negra noche. Después, todos los participantes empezaron a contar historias y soplar velas con solemnidad.

Al principio   se narraron invenciones. A mitad del juego, asomaron sus propias pesadillas y los ánimos se ensombrecieron bastante.

Historia a historia, vela a vela, la opacidad de la noche ganó terreno a la exigua luz. Cuando Elena anunció la última historia y última vela, la cera casi extinta anunciaba el ocaso del ritual. Nadie, salvo David, se percató, pero las sombras se desligaron de las finas costuras que los unían a sus cuerpos, se erigieron y colocaron sus brazos negros sobre las cabezas de sus antiguos dueños.

Al concluir Elena el relato,  su sombra se mostraba amenazante tras ella. Posó sus grandes ojos en el derretido cilindro que aportaba la única fuente de luz del salón. Cargó sus pulmones de aire. David imaginó que las sombras esperaban el definitivo apagón para precipitarse sobre ellos. Intentó articular palabra alguna, algún aviso, pero Elena apagó la vela número cien y la oscuridad, como un telón pesado, cayó sobre ellos…

3º Clasificado.

LOS CHICOS DEL BARRIO (Rubén Cerdá Berenguer) (España):

Mi casa no tiene espejos, tampoco luz ni agua corriente. Existimos con lo justo y necesario, sin lujos ni ostentaciones. Así es nuestro barrio, sencillo y tranquilo. Por las mañanas los niños solemos quedar en la parte de atrás de la capilla y nos pasamos el día fuera, jugando. Mis abuelos siempre me despiden desde la puerta con una sonrisa y me recuerdan que no debemos molestar a los turistas, que gracias a ellos nuestro humilde barrio luce hermoso.

Los chicos y yo pasamos las horas muertas correteando por sus calles. Nos conocemos cada esquina, todos los recovecos y rincones donde escondernos para reír y compartir confidencias. A veces nos tumbamos en la hierba de la parte alta, donde las casas son más antiguas y grandes que el resto. Desde allí vemos a los turistas pasear. Algunos de ellos visten de manera muy extraña y nos hacen gracia, así que inventamos historias sobre a qué se dedican o de dónde vienen.

Somos jóvenes, los dueños del lugar y hacemos siempre lo que nos apetece. Solo tememos una cosa, pasar bajo el arco que limita nuestro barrio con las grandes letras angulosas de su nombre. Este mediodía hemos visto pasar por él a un gran grupo de turistas que traían consigo un pequeño ataúd.

Mañana seremos uno más para jugar.

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